13.4 FUNCIÓN Y RELACIÓN: ESENCIA DE LA
PERCEPCIÓN.
Los trastornos alimenticios como los demás trastornos
tienen criterios que les rigen, tienen signos
patognomónicos, la percepción del adolescente
puede darlo una sensación y con las percepciones que él tienen,
puede genera una emoción y puede caer en problemas emocionales con TCA.
Cuando el vocabulario de la psicología experimental se
extendió a los conceptos interpersonales, el lenguaje de la
psicología siguió siendo monádico. Conceptos tales como
liderazgo, dependencia, extraversión e introversión, y muchos
otros, se convirtieron en el objeto de detallados estudios. Desde luego, el
peligro consiste en que todos estos términos asuman una pseudorealidad
propia si se los piensa y se los repite durante bastantes tiempos y la
construcción teórica "liderazgo" se convierte por fin en
LIDERAZGO, una cantidad mensurable en la mente humana, concebida como un
fenómeno en aislamiento. Una vez que se produce esta
cosificación, ya no se reconoce que el término no es más
que una expresión que sintetiza una forma particular de relación
en curso.
Así pues, la esencia de nuestras percepciones no son
"cosas" sino funciones, y éstas no constituyen magnitudes aisladas sino
"signos que representan una conexión. Una infinidad de posiciones
posibles de carácter similar..." Siendo esto así, no debe
sorprendernos que incluso la percepción que el hombre tiene de sí
mismo sea, en esencia, una percepción de funciones, de relaciones en las
que participa, por mucho que después quiera cosificar esa
percepción.
13.5. CIRCULARIDAD DE LAS
PAUTAS DE COMUNICACIÓN.
Las pautas de comunicación en el adolescente tienden a
ser circular, ya que tiene la costumbre de rodear en sus ideas y sus acciones.
Estas mismas pautas pueden repetir en los TCA como variablede
comunicación.
En el modelo clásico de la ciencia pura, se considera
que la causalidad es lineal. En cualquier situación dada, se nos
enseña a entender la "causa" de un efecto" alterando las variables una
por una hasta que se aísla el factor que produce el hecho particular.
Sin embargo si se trabaja a partir de la premisa de que los aspectos
significativos de un sistema sólo pueden comprenderse examinando el
sistema como una "totalidad", se hace necesario considerar la etiología
desde un punto de vista diferente.
Si bien en las cadenas progresivas lineales de causalidad,
tiene sentido hablar acerca del comienzo y el fin de una cadena, tales
términos carecen de sentido en los sistemas con circuitos de
retroalimentación. En un círculo no hay comienzo ni fin. En el
mundo no es posible encontrar el claro y lineal ordenamiento de causa y efecto,
a menos que se lo imponga artificialmente. La teoría general de sistemas
considera que la causalidad es un proceso circular.
Mientras que en algunos tratamientos, como el
psicoanalítico, la curación y el cambio provienen del
conocimiento de ciertos sucesos traumáticos de la infancia, la
curación y el cambio en la terapia familiar provienen fundamentalmente
de examinar cómo opera corrientemente el sistema familiar y de
comprender la función que los problemas desempeñan en los
procesos orientados hacia un objetivo, presentes en la existencia ordinaria del
sistema. Teóricamente, el concepto de causalidad lineal implica que la
línea etiológica se desplaza del pasado hacia el presente, y de
este hecho proviene la necesidad de retroceder hasta el comienzo de la
sucesión de los hechos para poder comprenderlos; cuando se utiliza el
concepto de causalidad circular, se enfatiza el "aquí y ahora", porque
es aquí y ahora cuando todo el círculo puede verse operando. Como
una escalera en espiral, el presente vuelve a actuar el pasado de modo tal que
el significado debe buscarse dentro de los límites de los procesos
actuales del sistema. El pasado se transforma en redundante, y el punto de
partida del terapeuta familiar pasa a ser la ecología antes que la
génesis.
El factor psicológico respecto a los desórdenes
alimenticios tanto en investigación como en la actividad
terapéutica ha estado influida por la tradición intelectualista
en Psicología (Ribes, 2002).
Los diversos modelos teóricos sobre el tema en el plano
psicológico tienen en común una característica que regula
su estructura teórica y su quehacer práctico, que es la de
centrar sus explicaciones en la determinación de factores causales de
índole interna conceptualmente confusos.
Cuando se habla de desórdenes alimenticios se hace
referencia a la problemática alimentaria en un amplio espectro que
abarca problemas relacionados con sobre peso como con infrapeso, que se definen
como un patrón de conducta anormal respecto a la ingesta de alimentos y
el balance energético (Schlundt& Johnson, 1990).
El término conducta alimentaria de riesgo se refiere a
los hábitos alimenticios que pueden desencadenar desordenes relacionados
con el infrapeso (anorexia y bulimia).
La estructura contextual del presente estudio se centra en el
modelo ecológico de Bronfenbrenner el cual se fundamenta en la
teoría de campo gestáltica de Lewin. Esta postura
ecológica, enfatiza que las interacciones y acomodaciones entre la
persona en desarrollo y su ambiente, explican cómo los acontecimientos
en diferentes contextos afectan la conducta humana directa o indirectamente
(Martos, 2005).
Aún y cuando este modelo retoma el carácter
fenomenológico reduccionista de la Psicología topológica.
Se rescata el análisis sistémico contextual (círculos
concéntricos) mismo que está exento de toda explicación
fenomenológica.
Este modelo explicativo psicosocial contempla que la
adolescencia (etapa en donde se presentan y desarrollan los desórdenes
alimenticios) es un producto contextual, la cual es construida a partir de
materiales e interacciones de un contexto que define el marco de sus
posibilidades y oportunidades.Entendiendo este contexto como una multiplicidad
de contextos como el cultural, familiar, escolar, comunitario y legal
(Jiménez, 2006).
El planteamiento meta teórico de las variables
personales se fundamenta en la perspectiva de campo interconductual la cual
supone el abandono de la noción de que lo psicológico y/o sus
supuestos procesos (emoción, aprendizaje, percepción etc.) sean
algo que le sucede a un organismo o que sucede en el organismo; en vez de esto,
se considera que cualquier cambio conductual es un cambio en el campo total
(Kantor, 1971).
Esta concepción de campo interconductual de las
variables psicológicas da sentido al concepto de variables psicosociales
que se emplea en esta investigación. Se asume que la perspectiva de
campo interconductual tiene una concordancia lógica con la estructura
contextual de Bronfenbrenner y con los conceptos psicosociales de Musitu. Sin
embargo, es preciso señalar que en el presente trabajo no se contemplan
las variables psicosociales como eventos mediadores de procesos causales de
naturaleza interna (psíquicos o cognitivos). Si bien no se adopta la
estructura conceptual de la Teoría de la Conducta, las variables
psicosociales son contempladas como eventos prístinos (Kantor, 1971).
Resumiendo, el marco teórico-conceptual que fundamenta
esta investigación, integra la estructura contextual de Bronfenbrenner y
la identificación de factores de riesgo y protección del modelo
de Musitu, bajo una concepción de campo interconductual.
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