12.8-Adolescencia y los Desórdenes Alimenticios
Los problemas de conducta alimentaria surgen durante el
periodo de la adolescencia por lo que es preciso abordar algunas
consideraciones al respecto de este periodo de vida del ser humano.
Derivada de la palabra latina adolescere (crecer
hasta llegar a la madurez) la adolescencia considerada como una etapa
transitoria entre la infancia y la adultez, en la cual ocurren una serie de
cambios físicos representa también toda una complejidad
psicológica y del mundo social (Jiménez, 2006).
Frydenberg (1997) señala que el periodo de la
adolescencia es abordado en el ámbito psicológico principalmente
desde dos perspectivas:
1) La perspectiva evolutiva, en la que la
adolescencia está vinculada a la teoría psicoanalítica, la
teoría del aprendizaje social y las teorías cognitivas entre las
que se destaca la Piagetana. Esta perspectiva se centra en aspectos tales como
la madurez del sujeto, los conflictos y la identidad, y se caracteriza por la
investigación en función de la edad.
2) La perspectiva del ciclo vital.Esta postura en
contraste con la del desarrollo, no asume ningún estado de madurez
especial, la edad no funciona como una variable que marque o condicione el
desarrollo, sino como un simple indicador considerando que el proceso de
crecimiento psicológico es un continuo a lo largo de todo el ciclo
vital.
Desde el punto de vista del ciclo vital, la adolescencia se
percibe como un producto del desarrollo del niño y como un precursor del
desarrollo del adulto. No es un período aislado de la vida sino una
parte importante en el continuo del ciclo vital.
El enfoque ecológico del desarrollo humano de Urie
Bronfenbrenner se inserta en esta perspectiva del ciclo vital proporcionando un
marco conceptual y teórico para comprender las relaciones entre los
jóvenes y el contexto social. En este modelo el foco de análisis
pasa del sujeto a los contextos sociales en los que tiene lugar el desarrollo
físico, cognitivo y emocional del adolescente.
El postulado básico de esta postura teórica del
desarrollo humano que propone Bronfenbrenner supone la progresiva
acomodación mutua entre una persona activa en proceso de desarrollo, por
un lado, y por el otro las propiedades cambiantes de los entornos inmediatos en
los que esa persona en desarrollo vive. Esta mutua acomodación se
produce a través de un proceso continuo el cual es afectado
también por las relaciones que se establecen entre los distintos
entornos en los que participa la persona en desarrollo y los contextos
más grandes en los que esos entornos están incluidos.
Este enfoque se conforma en una disposición seriada de
estructuras concéntricas denominada ambiente ecológico el cual
está dividido en cuatro contextos: Microsistema (sistemas de
creencias, ideología, estilos de vida y formas de organización
social prevalecientes en una cultura); Exosistema (entornos que no
necesariamente incluyen a la persona en desarrollo como participante activo,
pero en los cuales se producen hechos que lo afectan). Romero y Frías en
el 2008 lo definen como el sistema de relaciones más próximas de
las personas, enmarcadas por las instituciones que median entre la cultura y el
nivel individual, como medios de comunicación, organismos judiciales,
instituciones de seguridad y la iglesia); Microsistema,
Bronfenbrenner, (2002) lo define como el patrón de actividades,
roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en
un entorno determinado, con características físicas y materiales
particulares el cual está caracterizado fundamentalmente por la familia;
Mesosistema (interrelaciones entre los distintos microsistemas en los
que la persona participa activamente).
Desde esta perspectiva, la adolescencia se sitúa en un
momento de transición ecológica durante la cual se
produce una modificación de la posición de la persona en el
ambiente ecológico como consecuencia de un cambio de rol, de entorno o
de ambos a la vez. Toda transición es consecuencia e instigadora de los
procesos de desarrollo y depende conjuntamente de los cambios biológicos
y de la modificación de las circunstancias ambientales, en un proceso de
acomodación mutua entre el organismo y su entorno.
En este enfoque se considera que el adolescente crece y se
adapta a través de intercambios con sus ambientes más inmediatos
o microsistemas (familia, escuela e iguales) y ambientes más distantes
como el trabajo de los padres o la sociedad en general, organizados en
estructuras concéntricas anidadas.
Esta concepción actual de la adolescencia vista como
un periodo de ajustes a diferentes tareas y cambios del desarrollo que se da
generalmente entre los 12 y los 20 años de edad. Se divide en tres
etapas o periodos: primera adolescencia (12-14 años), etapa en
la que se producen la mayor parte de los cambios físicos y
biológicos que se mantendrán durante toda la adolescencia;
adolescencia media (15-17 años), etapa en la que los cambios de
estado de ánimo son bruscos y frecuentes, expresan una mayor
preocupación por su imagen y empieza la implicación en conductas
de riesgo, y adolescencia tardía (18-20 años), etapa en
que aumenta el riesgo de conductas desadaptativas, tales como el consumo de
drogas, conductas agresivas, la conducción temeraria o las conductas
sexuales de riesgo (Musitu et al. 2001) la cual se viene alargando en los
últimos años debido a que los jóvenes permanecen
más tiempo en el hogar parental.
En conclusión, se puede afirmar que la adolescencia
supone una transición evolutiva en la que el individuo debe hacer frente
a numerosos cambios. A este respecto, una de las diferencias entre este periodo
y otras etapas del desarrollo evolutivo es, precisamente, el número de
cambios a los que el sujeto se debe enfrentar, así como la brevedad y
rapidez de los mismos. Todas estas transformaciones se articulan en tres
grandes áreas: cambios en el desarrollo físico o
biológico, cambios en el desarrollo psicológico y cambios en el
desarrollo social.
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