12.5Cambios Sociales
El adolescente es un ser social; ya que la sociedad presenta
un prototipo de belleza que puede impactar la conducta alimenticia del mismo.
Con los medios masivos, los redes sociales, la moda que se vende un imagen de
una persona de un cuerpo perfecto; la imagen del adolescente es privilegiado.
Vamos a hacer un pequeño recorrido para hacer un estudio social de la
situación.
El devenir histórico provoca cambios culturales
importantes, construyendo las bases o arreglos con que se rige determinada
sociedad. Según Philippe Aries, la adolescencia surge como una fase
social y culturalmente definida sólo a partir del siglo XIX en Occidente
(Castro, 2001).
La transformación de ideas y representaciones sociales
dan sustento a la vida social, estás se aplican también en los
adolescentes que si bien parecen distintos a los de otras épocas (como
los de las décadas cuarenta a sesentas), al mismo tiempo comparten
trazos comunes. Las transformaciones intrínsecas de cada niño al
llegar a la adolescencia se conjugan con su medio social y las peculiaridades
de éste (Perinat, Corral, Crespo, Llaberia, Font-Mayolas, Lalueza,
Larraburu, Martínez, Moncada, y Rodríguez, 2003). Para poder
conocer el impacto que tiene la sociedad sobre el adolescente.
Para poder conocer el impacto que tiene la sociedad sobre el
adolescente, John E. Horrocks(1986) considera «necesario
conocer algo de la naturaleza del joven como persona, a fin de juzgar lo que
puedan ser los resultados conductuales de las influencias de la
cultura».
Sin embargo, los intensos cambios que implica la vida
actualmente acarrean otros en las normas, metas y valores, provocando el
debilitamiento de los vínculos de relación humana tradicionales
como: el parentesco, vecindad y comunidad de tamaño humano, aceptando
simultáneamente como valor predominante el individualismo exacerbado. De
tal manera que las nuevas generaciones se abren a la vida sin apenas reglas Es
innegable que ciertas relaciones o fenómenos sociales afectan como se
vive la experiencia de la adolescencia, en las actuales generaciones. La
modernidad, la creciente inestabilidad en la relación conyugal, con un
incremento en el número de divorcios; una sorprendente y a menudo
inexplicable, despreocupación de los hijos por los valores trasmitidos
por sus padres; y una influencia cada vez mayor de los «pares» en la
educación de los jóvenes, tanto como de los medios de
comunicación masiva, principalmente la televisión, que hora tras
hora penetra en la intimidad de los hogares, moldeando los modos de pensar, de
sentir y de comportarse de niños y jóvenes. Por lo que no es
extraño, encontrar desajustes, confusión o más aún
problemas de salud mental en los adolescentes Castro (2001).
El torbellino del adolescente representa ruptura y
confrontación, la primera, se da por el abandono de las identificaciones
infantiles y la segunda ante la angustia producida por la autonomía
corporal del adolescente frente a su dependencia económica y moral de la
familia.
De acuerdo con Howard Gardner; un aspecto
que dificulta al adolescente, la resolución de los conflictos relativos
a la moralidad social es el hecho de que la sociedad sea conflictiva en
sí misma. Su búsqueda de identidad está abierta a una
profusión de modelos, muchos de ellos más imaginarios que reales.
Miran hacia el futuro con la prospectiva de un imaginario cultural colectivo de
dimensiones inusitadas: la globalización, la red de comunicaciones
mundial, la representación de un mundo en progreso imparable,
incertidumbres ecológicas y económicas, entre otras que integran
el panorama de comienzos de siglo. (Horrocks, 1986)
A consecuencia de esto, se prolongan los años de
estudio y se pospone la entrada en el mercado de trabajo, alcanzando así
la independencia económica más cerca de los treinta años
que de los veinte (Perinat 2007).
Una vez instalada la adolescencia, el rol social en el
niño(a) se modifica depositándole una mayor responsabilidad y
conciencia respecto a las consecuencias que sus actos pueden tener y la
adquisición de nuevas relaciones sociales en distintos contextos.La
actitud de los adolescentes puede ser radical, es decir, el joven puede
involucrarse en actividades impuestas socialmente o adoptar la pasividad como
su medio de conducción, simbolizando con esto su acuerdo o desacuerdo
con dichos arreglos.
El adolescente desarrolla un nuevo significado de lo bueno y
lo malo, lo que cree y el valor que tienen las cosas, teniendo regularmente una
visión a la que no renunciará fácilmente pues el hacerlo
representaría una amenaza.
Los múltiples factores del proceso obligan a ser
cautelosos al estereotipar a los adolescentes o a extrapolar los esquemas y
pautas seguidos por una misma generación en una cultura dada en el mismo
período. Pues se quiera o no reconocer, los países
iberoamericanos, son territorio en el que operan diferentes culturas en
silencio o abiertamente y no siempre favorecen el que la adolescencia se viva
de manera oportuna, adecuada y congruente (Dulanto, 2000).
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