El fluir psiquico en relato de un naufrago de Gabriel Garcia Marquezpar Ousmane Abdoulatif CHERIF Université Alassane Ouattara de Bouaké - Master 2 2019 |
- El diálogoAntes de todo, nos permitimos definir qué es el dialogo. Según el diccionario de la Real Academia, es una plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. Agrega también que es una obra literaria, en prosa o en verso en que se finge una plática o controversia entre dos o más personas. Sintéticamente, podemos definirlo como una conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas y comentarios de forma alternativa para intercambiar posturas El diálogo es un recurso técnico muy importante en el género novelístico del siglo XIX. Pero no tiene la función exclusiva que tiene, por ejemplo, en el teatro en general donde la acción dramática se basa en la utilización sistemática y sostenida del diálogo. La eficacia de dicho recurso, como la de cualquier otro, reside en su acertada complementación con las demás técnicas de la novela, todas las cuales, como se sabe, están al servicio de la obra artística. La descripción, la narración y el diálogo están en constante interrelación y auxilio recíproco en el desarrollo de cada novela y de su acertada combinación depende el efecto total de esta. Así, si nos referimos a un caso concreto veremos que mientras la descripción se encarga de ir dibujando el perfil físico y psicológico de los personajes, la narración va mostrando los sucesos en los que se ven envueltos o enfrentados los personajes21(*), el diálogo expone el habla y la psicología también de los mismos. Al respecto, Montes argumenta que el diálogo permite observar la correlación entre la psicología, la actitud, el comportamiento y el habla de los personajes en el desarrollo de una acción concreta y ubicada en una secuencia específica de la novela. Este argumento nos permite afirmar que el diálogo revela aún más a los personajes además de la descripción de los mismos que pueda hacer el autor. La otra característica es la de la significatividad que consiste en que el diálogo debe ser revelador del temperamento del que habla o de la situación a la que alude. En otras palabras, el diálogo debe contribuir a enriquecer el interés y desarrollo de la novela y para ello, debe interrelacionarse con la totalidad del acontecer, pues el diálogo puede aludir a lo ya ocurrido, a lo que está ocurriendo o a lo que va a ocurrir. En este sentido debe señalarse que el diálogo es un recurso que contribuye a la economía de la obra, porque al aludir a sucesos verificados hace innecesaria su narración. - El soliloquioOtra característica importante de las técnicas tradicionales de la narración es el uso significativo del soliloquio. Para definir el soliloquio, diremos que consiste en hablar a sí mismo en voz alta. Según el Diccionario de la Lengua Española, es una «reflexión interior o en voz alta y a solas», o un «parlamento que hace un personaje aislado de los demás fingiendo que habla para sí mismo. Entonces, el interlocutor en el soliloquio es el mismo personaje que lo hace. Así, el personaje emprende una comunicación verbal con sí mismo. Se interroga y se contesta, se preocupa y se asegura, se lamenta y se consuela etc. Según Montes, esta técnica consiste en reproducir el pensamiento de un personaje que discurre sin tener un interlocutor al lado, con el cual intercambie sus impresiones. Es decir que el personaje dedica a un discurso en el que su interlocutor es él mismo. Con el soliloquio, según el crítico, el narrador penetra en la interioridad y vida mental y subjetiva del personaje para hacerla conocer, no a los otros personajes, sino al lector22(*). Entonces, es una ocasión ofrecida por al autor de hacer conocer más profundamente a sus personajes. El uso del soliloquio por los novelistas del siglo XVIII respondía a unos afanes. Para Montes, el soliloquio permite conocer el discurrir interno del personaje, y además, sirve como auxiliar para el desarrollo de la acción novelística23(*). Galdós usa este aspecto del soliloquio en Marianela: No puedo equivocarme - murmuró -. Me dijeron que atravesara el rio por la pasadera... así lo hice. Después que marchara adelante, siempre adelante. En efecto, allá, detrás de mí queda esa apreciable villa, a quien yo llamaría Villafangosa por el buen surtido de lodos que hay en sus calles y caminos... De modo que [7] por aquí, adelante, siempre adelante... (me gusta esta frase, y si yo tuviera escudo no pondría otra devisa) he de llegar a las famosas minas de Socartes24(*). En este soliloquio, el personaje Teodoro Golfín nos informa sobre el destino de su caminata al lugar donde ocurrirán los hechos más importantes de la novela. La novela Crimen y Castigo de Dostoievski es una de las obras que utiliza con maestría la técnica del soliloquio y contribuye a darle un sentido diferente al que tenía dicho recurso en la literatura clásica. Mediante el soliloquio penetramos en la intimidad de un personaje y conocemos su mundo interior. Kayser, al estudiar la novela ha señalado que en base a la consideración de los tres estratos sustanciales de lo épico: acontecimiento, personaje y espacio puede hablarse de tres grandes tipos o géneros de novela: la novela de acontecimiento, la de personaje y la de espacio. De estos tres tipos, podría señalarse que es la de personaje la más afín al uso del soliloquio, en tanto esta técnica permite auscultar en la profundidad del alma del personaje con detenimiento. Sin embargo, debe señalarse que el soliloquio, a diferencia del diálogo, que se utiliza a lo largo de toda la novela, es un recurso del cual no puede abusarse por su naturaleza especial que pone en cuestión la verosimilitud del relato. Es verosímil que el autor reproduzca los diálogos entre sus personajes, pero es más difícil de justificar el que tenga acceso a la intimidad de un ser humano, a menos que se trate de un personaje-narrador. Por ello el soliloquio tiene que estar plenamente justificado y utilizarse con mucha menor frecuencia que el diálogo. Por otra parte, la existencia del soliloquio como técnica novelística se relaciona con un problema más general que se denomina: la omnisciencia del narrador. Como su nombre lo sugiere, la omnisciencia alude al hecho de que el autor estaría investido de una facultad cognoscitiva absoluta que le permite penetrar en el alma o en los pensamientos más recónditos y secretos de sus personajes. El autor ofrece al lector una visión de la vida subjetiva, de los conflictos internos y de los estados de ánimo de los personajes. Ahora bien, la técnica a través de la cual nos introducimos al flujo interno de la conciencia de las creaturas literarias es, precisamente, el soliloquio, 'cuya singularidad reside en que es el propio personaje el que discurre, convirtiéndose en oyente de su propio discurso. En el soliloquio desaparece la intermediación del narrador y accedemos directamente al flujo del pensamiento del personaje que reflexiona "en alta voz", aunque debe precisarse que el discurrir no tiene las características de un discurso lógico, coherente y sistemático. Sólo es esencial su inteligibilidad y su relación con el resto del discurso narrativo de la obra. Al lado del soliloquio, otra técnica similar se desarrolla y se denomina estilo indirecto libre el soliloquio. Esta técnica tiene casi la misma función como el soliloquio. Es decir desvelar el curso del proceso mental de una persona en un momento específico. Sin embargo, la diferencia entre ambas técnicas reside en que el soliloquio es producido por el personaje mientras que el estilo indirecto libre es realizado por el narrador. El narrador sirve de intermediario para penetrar en la intimidad del personaje. A través de este procedimiento el autor nos conduce hasta la interioridad de sus creaturas y «sorprende» a estas en pleno proceso mental, participando de este al lector. Así, el autor le da el campo libre al narrador para poner al descubierto a su personaje sin que este último intervenga directamente. Es lo que notamos en este fragmento de Madame Bovary (1857) del novelista francés Gustave Flaubert: Preguntábase si por cualquier combinación del azar no le habría sido posible tropezarse con otro hombre, y procuraba imaginarse cuales habrían sido aquellos no realizados acontecimientos, aquellas otra vida, aquel marido que no conocía. No todos en efecto parecíanse al suyo. Hubiera podido ser guapo, ingenioso, distinguido, simpático, como lo eran sin duda los que se habían casado con sus antiguas compañeras de convento. Qué harían estas en aquel momento? En este párrafo, el narrador, en un estilo indirecto libre, pone a luz los pensamientos profundos de la protagonista quien lamenta su unión con su actual marido. * 21- MONTES, Op. Cit. p. 19 * 22 MONTES, Op. Cit, P.24 * 23 Ídem, P.25 * 24 GALDÓS, P. Benito, 2003, Marianela, biblioteca virtual UNIVERSAL |
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