Estado y démocracia en el pensamiento politico de Jean-Jacques Rousseau( Télécharger le fichier original )par Smith Augustin Instituto filosà³fico Pedro Francisco Bonà³ - Licence en philosophie et sciences humaines 2008 |
2.2- La sociedad natural: entre el estado natural y el estado civilA diferencia de Hobbes, Rousseau no concibe un paso inmediato, por el contrato social, del estado natural al estado civil. Su sistema, construido en tres momentos, se parece más bien al sistema de Locke que Santillán llama «sistema tricotómico estado de naturaleza/estado de guerra/sociedad civil»: «el sistema de Locke no aparece ya como un sistema dicotómico, estado de naturaleza/sociedad civil, como en Hobbes, sino tricotómico, estado de naturaleza/estado de guerra/sociedad civil»34(*). En efecto, si en la primera parte del Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, Rousseau describe ampliamente el carácter y las iguales condiciones de vida del hombre en el estado de naturaleza; la segunda parte es el lugar donde demuestra cómo se dieron las transformaciones que condujeron a la formación de una situación intermediaria entre el estado natural y el estado civil llamada «sociedad natural». Dicho de paso, aquella sociedad, según Rousseau, es bien la escena de esta situación de desigualdad y de guerra de todos contra todos que Hobbes confundió con el estado natural. Además, la sociedad natural también tiene sus etapas y para Rousseau, se formó a partir de tres importantes momentos: 1) el surgimiento de los problemas con las adversidades de la naturaleza que provocaron la necesidad del agrupamiento, 2) «la sociedad naciente» donde aparecieron la propiedad privada como la primera gran usurpación social35(*) y con ella, la constitución de los primeros grupos familiares; 3) la sociedad natural propiamente dicha que empezó con los descubrimientos básicos del fuego, continuó con los sistemas de agricultura y de metalurgia que obligaron al asentamiento, y se constituyó definitivamente con la organización del trabajo y la institución del comercio por los excedentes donde además vio Rousseau la desaparición definitiva de la igualdad: «(...) en el instante en que un hombre tuvo necesidad de la ayuda de otro, desde que se dio cuenta de era útil a uno solo tener provisiones para dos, la igualdad desapareció, se introdujo la propiedad, el trabajo se hizo necesario y los inmensos bosques se convirtieron en campos risueños que fue necesario regar con el sudor de los hombres y en los cuales bien pronto se vio a la esclavitud y la miseria germinar y crecer con los mieses»36(*). Del mismo modo, al nivel social, a partir de unas maliciosas comparaciones de unos con otros que permitieron los momentos de descanso y de diversión, se descubrió a sí mismo y a los demás; y con ello, la desigualdad y los sentimientos perversos que dividen a la humanidad: «Se acostumbran a reunirse delante de las cabañas o alrededor de un gran árbol; (...) aquél que canta o danza mejor, el más bello, el más fuerte, el más diestro o el más elocuente se convierte en el más considerado. Este fue el primer paso hacia la desigualdad, al mismo tiempo hacia el vicio; de estas primeras preferencias nacieron, de una parte, la vanidad y el desprecio, y, de otra, la vergüenza y la envidia. (...)»37(*). Ahora bien, mientras más el hombre va alejándose de la naturaleza,- «pérdida de la inocencia»-, más se va complicando la vida por la interdependencia donde uno va aprovechando de otro para sobrevivir. Cuando en el estado natural, sólo se tenía que preocupar por los daños naturales, ahora nadie sabe muy bien cómo protegerse de sus propios semejantes que se van transformando cada vez más en su mayor peligro. Y aquí está para Rousseau la verdadera situación de guerra de todos contra todos que Hobbes confundió, según Rousseau, con el estado de naturaleza: «Las usurpaciones de los ricos, los robos de los pobres y las desenfrenadas pasiones de unos y otros ahogaron las voces de la compasión natural y la voz, todavía débil, de la justicia, y llenaron a los hombres de avaricia, ambición y vicio... El recién nacido estado de la sociedad produce así un horrible estado de guerra»38(*). Sin embargo, contrariamente al estado de guerra que define Hobbes, esta situación, impensable en el estado de naturaleza para Rousseau, no se da por el mero instinto de conservación de la vida de cada uno («amor de sí»), que es una búsqueda sana de su propio bien, sino por el «amor propio» que es un puro egoísmo proveniente de las estructuras de la sociedad natural, manifestado por una degradación y hasta por una exclusión sistemática del otro. Esto lo explica Rousseau muy bien en una nota personal que agregó al Segundo Discurso. Aquella nota que sólo pude encontrar en una edición francesa: «Il ne faut pas confondre l'amour-propre et l'amour de soi-même, écrit-il; deux passions très différentes par leur nature et par leurs effets. L'amour de soi-même est un sentiment naturel qui porte tout animal à veiller à sa propre conservation (...) et qui, dirigé dans l'homme par la raison et modifié par la pitié, produit l'humanité et la vertu. L'amour-propre n'est qu'un sentiment relatif, factice et né dans la société, qui porte chaque individu à faire plus de cas de soi que de tout autre, qui inspire aux hommes tous les maux qu'ils se font mutuellement et qui est la véritable source de l'honneur. Ceci bien entendu, je dis que dans notre état primitif, dans le véritable état de nature, l'amour-propre n'existe pas.»39(*). Ahora bien, cómo se intentó resolver esta belicosa situación de la sociedad natural? Con las primeras fórmulas de leyes, responde Rousseau, en su papel de tolerar las injusticias sociales y de proteger los bienes de los ricos. Por eso, lamenta Rousseau, estas primeras leyes sólo procuraron «nuevas ataduras al pobre y dio nuevos poderes al rico; destruyó irrecuperablemente la libertad natural, fijó eternamente la ley de la propiedad y de la desigualdad, convirtió la astuta usurpación en derecho inalterable y, para ventaja de unos pocos individuos ambiciosos, sometió la humanidad entera al trabajo, la esclavitud y la miseria a perpetuidad»40(*). Del mismo modo, en el Discurso sobre la economía política, Rousseau ironizará el espíritu maligno de estas leyes en estos términos: «Vosotros necesitáis de mí - así habla el rico a los pobres- porque yo soy rico y vosotros pobres. Hagamos, pues, un contrato y yo os mostrará el honor de que me tengáis que servir a mí, bajo la condición de que me deis lo poco que todavía os queda por la molestia que yo tomo en mandaros»41(*). Así que, sobre las bases de estos engaños, usurpaciones, explotación y leyes injustas se fundaron las sociedades y así continúan todavía a existir. Por eso, dice Rousseau, hay que reinventar la sociedad civil a partir de un nuevo contrato social fundado sobre bases eminentemente democráticas que se inspiran del estado natural: libertad, igualdad y felicidad para todos indistintamente. * 34 José F. Fernández Santillán, op. cit., p. 19. * 35 «El primero al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir: Esto es mío, y encontró personas lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores no habría ahorrado al género humano quien, arrancando las estacas o rellenando la zanja hubiera gritado a sus semejantes!: 'Guardaos de escuchar a este impostor!; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie». (DDH, p. 193.) * 36DDH, pp. 203-204. * 37DDH, p. 201. * 38DDH, p. 211. * 39 Reportado por Gérard Mairet, nota 8, en Jean-Jacques Rousseau, op. cit., p. 144. * 40 DDH, p. 223. * 41 DEP, p. 48. |
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